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Las Escrituras del Antiguo y el Nuevo Testamento fueron dadas por la inspiración de Dios y son el único estándar suficiente, seguro y autorizado de todo conocimiento, fe y obediencia salvadoras.
Hay un solo Dios, el Creador, Conservador y Gobernante de todas las cosas, teniendo todo tipo de perfección en sí mismo y de sí mismo, siendo infinito; y a Él toda criatura le debe el nivel más elevado de amor, reverencia y obediencia.
Dios se revela a nosotros como Padre, Hijo y Espíritu Santo, cada uno con distintos atributos personales, pero sin división en su naturaleza, esencia o ser.
Dios, desde la eternidad, decreta y permite que acontezcan todas las cosas, y sostiene, dirige y gobierna perpetuamente todas las criaturas y todos los eventos sin ser de ninguna manera el autor o el aprobador del pecado, y sin destruir la responsabilidad de los seres humanos.
La elección es la selección eterna de Dios de algunas personas para la vida eterna – no por algún mérito previsto en ellas, sino por su mera misericordia en Cristo – y por consecuencia de esto son llamadas, justificadas y glorificadas.
Dios originalmente creó al hombre a su propia imagen y libre de pecado; pero, por medio de la tentación de Satanás, el hombre transgredió el mandamiento de Dios y cayó de su santidad y justicia original; por lo cual su posteridad (es decir, descendientes) heredan la naturaleza corrupta y completamente opuesta a Dios y su ley, están bajo condenación, y tan pronto como son capaces de actuar moralmente, llegan a ser transgresores verdaderos.
Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, es el mediador designado divinamente entre Dios y el hombre. Habiendo tomado en sí la naturaleza humana, pero sin pecado, Él cumplió con la ley perfectamente, padeció y murió en la cruz por la salvación de pecadores. Fue sepultado, resucitó al tercer día, y ascendió a su Padre, en cuya diestra vive para siempre para hacer intercesión por su pueblo. Él es el único Mediador, Profeta, Sacerdote, Rey de su Iglesia y Soberano del universo.
La regeneración es un cambio de corazón, una obra del Espíritu Santo, quién da vida a los que están muertos en sus transgresiones y pecados, iluminando sus mentes espiritualmente para salvación con el fin de entender la Palabra de Dios, y renovando su naturaleza completa para que amen y practiquen la santidad. Es una obra solamente de la gracia gratuita y especial de Dios.
El arrepentimiento es una gracia evangélica, en la cual el Espíritu Santo hace consciente a una persona de la maldad multiforme de su pecado, para que se humille con tristeza piadosa, que deteste, y aborrezca el pecado, con el propósito de caminar ante Dios de tal manera que le agrade en todas las cosas.
La fe salvadora es la creencia, basada en la autoridad de Dios, de cualquier cosa que se revela en su Palabra referente a Cristo; aceptándolo y reposando en Él solamente para la justificación y la vida eterna. El Espíritu Santo obra en el corazón y acompaña toda la gracia salvadora y lleva a una vida de santidad.
La justificación es la absolución misericordiosa y total de todo pecado dada por Dios a los pecadores que creen en Cristo mediante el sacrificio que hizo Cristo en la cruz. No es dada por algo merecido ni hecho por los hombres, sino por causa de la obediencia perfecta de Cristo. Los hombres reciben la justificación y reposan en Jesús y su justicia por fe.
Aquellos que han sido regenerados también son santificados por medio de la Palabra y el Espíritu de Dios que vive en ellos. Esta santificación es progresiva a través del suministro de fortaleza divina, la cual todo creyente desea obtener, buscando una vida en obediencia dispuesta a todos los mandamientos de Cristo.
Los que Dios ha aceptado en el Amado, y santificado por su Espíritu, jamás caerán totalmente, ni rechazarán al final de cuentas, su estado de gracia, sino que ciertamente perseverarán hasta el final; y aunque pueden llegar a caer en el pecado por negligencia y tentación, constristando al Espíritu, impidiendo sus gracias y consuelos, trayendo reproche a la Iglesia y juicios temporales sobre ellos mismos, serán renovados nuevamente para el arrepentimiento y serán conservados por el poder de Dios mediante la fe que da salvación.
El Señor Jesús es la Cabeza de la Iglesia, la cual se compone de todos sus discípulos verdaderos, y en Él está invertido supremamente todo poder para su gobierno. Según su mandamiento, los cristianos han de formarse en iglesias locales; y a cada una de estas iglesias Él ha dado la autoridad necesaria para administrar el orden, la disciplina y la adoración que Él ha designado. Los encargados regulares de una iglesia son los pastores (obispos o ancianos) y los diáconos.
El bautismo es una ordenanza del Señor Jesús, obligatoria para todo creyente, en la que es sumergido en agua en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, como una señal de su comunión con la muerte y la resurrección de Cristo, el perdón de los pecados y de su entrega a Dios, para vivir y andar en vida nueva.
La Cena del Señor es una ordenanza de Jesucristo que ha de administrarse con pan y vino, la cual han de celebrar sus iglesias hasta el fin del mundo. No es en ningún sentido un sacrificio, sino que fue un símbolo designado para conmemorar su muerte, para confirmar la fe de los cristianos y para ser un vínculo, un compromiso y una renovación de su comunión con Él, y de su comunión con la iglesia.
La Iglesia del Nuevo Testamento da el ejemplo de congregarse en el Día del Señor (es decir, el domingo) para la lectura y enseñanza de la Palabra de Dios, la adoración, la oración y el ánimo mutuo – estimulándose unos a otros a amar y a las buenas obras. Es propio ver el Día del Señor como una celebración de la resurrección de Cristo y el rescate de su pueblo.
Los cuerpos de los hombres se convierten en polvo después de la muerte, pero sus espíritus regresan inmediatamente a Dios – los creyentes descansan con Él; los incrédulos serán guardados bajo oscuridad para el juicio. En el día final, los cuerpos de todos los muertos, tanto de creyentes como de incrédulos, serán resucitados.
Dios ha designado un día en el cual Él juzgará al mundo por medio de Jesucristo, cuando le dará a cada persona según sus obras: los incrédulos entrarán en el castigo eterno y los creyentes, en la vida eterna.

Esto creemos y enseñamos


Creemos y enseñamos que las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento son la revelación de Dios al hombre, y ellas constituyen la única norma fiable de fe y práctica.

Creemos y enseñamos que hay un solo Dios vivo y verdadero, un Espíritu infinito, que todo lo sabe, perfecto en todos sus atributos: Creador, Preservador y Gobernador de todas las cosas, y que es a él sólo a quien merece adoración y obediencia.

Creemos y enseñamos que la Deidad existe eternamente y se constituye de tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, uno en esencia, e iguales en poder y gloria.

Creemos y enseñamos que Jesucristo la segunda persona de la Trinidad posee todos los atributos divinos y que en su encarnación aceptó todas las características esenciales del ser humano y de esta manera se volvió Dios-hombre, de manera que él es verdadera y esencialmente Dios, y verdadera y esencialmente hombre.

Creemos y enseñamos que nuestros primeros padres fueron creados a la imagen y semejanza de Dios: Libre de pecado, con inteligencia, voluntad, determinación personal y responsabilidad moral para con Dios. Y por haber desobedecido perdieron su inocencia, pureza y felicidad, incurriendo en la pena de muerte espiritual y física y por efecto de su caída, todos los hombres han llegado a ser pecadores, totalmente corrompidos incapaces de escoger o hacer lo que es aceptable a Dios y como tal está con justicia expuestos a la ira de Dios.

Creemos y enseñamos que la salvación es totalmente de Dios por gracia basada en la redención de Jesucristo, el mérito de su sangre derramada y que no está basada en meritos humanos u obras.

Creemos y enseñamos que la regeneración es una obra sobrenatural del Espíritu Santo mediante la cual la naturaleza divina y la vida divina son dadas. Es instantánea y llevada a cabo únicamente por el poder el Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios.

Creemos y enseñamos que la elección es el acto de Dios mediante el cual antes de la fundación del mundo, Dios escogió en Cristo a aquellos a quienes Él en su gracia regenera, salva y santifica.

Creemos y enseñamos que somos justificados delante de Dios por medio del cual Él declara justo a aquellos a quienes, a través de la fe en Cristo, se arrepiente de sus pecados.

Creemos y enseñamos que todos los redimidos, una vez que han sido salvos, son guardados por el poder de Dios y de esta manera están seguros en Cristo para siempre

Creemos y enseñamos que todo creyente es santificado (apartado) para Dios por la justificación y por tanto declarado e identificado como un santo.

Creemos y enseñamos la inmortalidad del alma; en la resurrección del cuerpo; en el juicio general al fin del mundo; en la eterna felicidad de los justos, y en el castigo perpetuo de los malos.